Vino misal. ¿Qué es? ¿Cómo se elabora? ¿Cuáles son sus orígenes?

EL VINO MISAL

La inseparable unión entre vino y religión desde nuestro ámbito cristiano no procede exclusivamente del acto litúrgico. Encontramos innumerables referencias al vino en textos del Antiguo Testamento. La primera podemos encontrarla en Génesis 9:20-21, en la que Noé, tras bajar el nivel de las aguas hace lo siguiente:

“Y comenzó Noé a labrar la tierra y plantó una viña. Y bebió del vino y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda”

Noé embriagado. Michelangelo Buonarroti. Capilla Sixtina. 1508-1512.

De hecho hay tres alimentos que aparecen constantemente en las Sagradas Escrituras. El pan, el aceite y el vino. Éstos adquieren un principio casi de divinidad, presentándose como elementos primigenios relacionados directamente con la civilización, la cultura y la religiosidad.

Pero volviendo al vino de misa, vino de consagrar o vino de comunión,                           

¿Cuál es su origen?

El origen de la utilización del vino misal se remonta a un hecho concreto llevado a cabo por el propio Mesías. En su Última Cena compartió pan y vino con sus discípulos estipulando lo siguiente a través de sus propias palabras:

“Tomad y bebed todos de Él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía”. Mateo 26:26-29.

La Última Cena. Juan de Juanes. 1555-1562.

Este dogma llamado de la substanciación o sustanciación afirma que el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo respectivamente. El feligrés, tras comer y beber entra en contacto directo con la divinidad. Este acto se denomina Comunión.

Hay que remarcar que a diferencia de numerosas Iglesias ortodoxas y protestantes en las que los feligreses comulgan con la hostia y el vino, los fieles católicos sólo comulgan con la hostia consagrada, estando reservado el acto de comulgar con vino a los representantes de la Iglesia que ofician la misa.

Y, ¿qué tipo de vino se utiliza?

Hay una serie de requisitos que hacen que no todos los vinos sean adecuados para oficiar la misa. Según marca el canon 924 del Código de Derecho Canónico, “el vino debe ser natural, del fruto de la vid, y no corrompido. No se puede agregar ningún aditivo ni conservante”. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el clero fue el primer productor y consumidor de vinos naturales. 

Es tan importante y marcada la tipología de estos vinos que en el etiquetado de los mismos aparecerá “Apto para la Santa Misa”. De hecho, está tan arraigado que hay bodegas especializadas en la elaboración del vino misal. Algunas de ellas con más de 160 años de historia. No obstante, si por causa de fuerza mayor no fuese posible la utilización del mismo, se podría usar cualquier otro siempre y cuando fuese lo más natural posible. La graduación y propiedades organolépticas de  éstos dependerá literalmente del gusto de los obispos de cada región.

En cuanto a los tipos de variedades y vinos, nos llama poderosamente la atención que a pesar de compartir los vinos tintos tantas similitudes visuales con la propia sangre, es con variedades blancas con las que mayoritariamente se suelen elaborar los vinos misales en nuestro país. Hay una cierta predilección por los vinos licorosos y fortificados así como dulces. En España los más comunes son éstos:

El Pajarete es un vino licoroso tradicional de la zona de Málaga elaborado principalmente con Moscatel de Alejandría. El Moscatel clásico de uva soleada. El Mistela, que propiamente no es un vino, ya que se elabora con mosto de uva sin fermentar y alcohol exógeno añadido.

 

El vino en la liturgia cristiana es otro ejemplo más de la importancia de esta divina bebida en la mayoría de religiones que han copado el misticismo en la humanidad.

¡¡¡Ya sabes algo más de lo que se lleva cada domingo el sacerdote a la boca!!!

 

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