Y Toro soñó con América…

Cuentan las crónicas que el primer vino en pisar tierras americanas fue vino toresano. Resguardado en las bodegas de los tres navíos durante un largo viaje, consiguió arribar, no sabemos muy bien en qué condiciones, pues no se conservan “notas de cata” de aquel evento, a aquellas remotas y desconocidas tierras.
Las tres embarcaciones, La Pinta, La Niña y La Santa María. Los tres hombres al mando, Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Cristóbal Colón. Y el responsable de que toda la comarca vitivinícola de Toro estuviera presente en tamaño descubrimiento, Fray Diego de Deza.

Representación artística de las Tres Carabelas 

Nacido en Toro en 1443, llegó a ser obispo de Zamora, de Salamanca, de Jaén, de Palencia, arzobispo de Sevilla, confesor de la reina Isabel la Católica e Inquisidor general de Castilla.
Fiel amigo de Colón, y ferviente defensor de sus ideas, jugó un papel primordial en los eventos que propiciaron el viaje, pues medió a favor de éste ante Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.

Fray Diego de Deza y Cristóbal Colón. Monumento en Madrid (A. Mélida, 1885).

Como buen toresano, conocedor de los vinos de su tierra, medió no solamente en las negociaciones con los Reyes Católicos, sino que consiguió que los vinos dispuestos para el viaje salieran de las viñas de sus paisanos. Se dice que fue el propio Fray Diego de Deza quien puso nombre a La Pinta, haciendo éste referencia a una medida de vino de la época.

Vista de Toro desde el Duero, acuarela de Edgar T. A. Wigram, publicada en su obra Northern Spain en 1906.

Durante toda la Edad Media hasta bien entrada la Moderna, la viticultura fue cosa de monasterios, dada la necesidad de vino para la Eucaristía. Así que no es de extrañar que fuese un clérigo el que asesorara a aquella expedición que saldría desde costas onubenses aquel lejano 3 de agosto de 1492.

 

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